LD3

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sábado, 15 de noviembre de 2014

Cap. 07 Madres…



Sophie había despertado muy temprano con una extraña sensación de ansiedad, se levantó, se colocó un salto de cama y se acercó a la ventana. Aún estaba oscuro y el paisaje exterior apenas si podía divisarse por la espesa niebla. Estaban a finales de otoño y ya estaba helando, de modo que aquel invierno sin duda iba a ser muy frío.

Se preguntó como hacía cada día al amanecer, cómo y dónde estaría Brian, hacía meses que no escribía y aunque se había alegrado cuando Kendall y Derek le dijeron que lo habían visto, no pudo evitar sentir cierta tristeza y esperaba que realmente volviese en la primavera como había dicho. Luego sus pensamientos se trasladaron a Chris. Kendall estaba mortificado porque aun no tenía descendencia, y a pesar de que no lo veían mucho, su hijo no dejaba de escribir constantemente y según lo que decía en sus cartas, parecía feliz.

Sus pensamientos se trasladaron a Derek y una sonrisa se dibujó en sus labios, de sus hijos y a pesar de que ahora tenía la hija que tanto había deseado, Derek seguía siendo su debilidad. Lógicamente estaba consciente que ya no era un niño y por el contrario se estaba convirtiendo en un hombre tan encantador como lo había sido de niño. Sin embargo, Sophie tenía la impresión de que por algún motivo no era feliz y eso la preocupaba. Se había preguntando incesantemente a qué obedecía aquello, pero no encontraba una respuesta. Bien mirado Derek lo tenía todo para ser feliz, había nacido en el seno de una familia que lo amaba con locura, era groseramente apuesto, carismático y poseía un decidido amor por su libertad que ellos habían aprendido a respetar sobre todo en el caso de Kendall. Nunca había sido del tipo que se preocupase mucho por nada, era de los que pensaba que todo tenía solución y era sumamente optimista, de modo que aquella melancolía que se esforzaba en ocultarle a ella, la tenía sumamente preocupada.

Y finalmente pensó en los gemelos. Alex crecía en forma acelerada, para esta navidad ya necesitaba ropas nuevas y había sido un enorme error encargarlas en verano porque era obvio que no iban a servirle. Era despierto y en extremo curioso, Sophie aun se preguntaba cómo hacía Istziar para no perderlo de vista, porque últimamente las veces que ella estaba con los niños, Alex siempre se le escapaba y le costaba mucho encontrarlo. En el caso de Lucía, aunque crecía casi al mismo ritmo que su gemelo y exhibía la misma curiosidad y vivacidad, Alex siempre parecía ir un paso por delante de ella. Pero había un par de cosas en  las que se diferenciaban, porque mientras Alex era inquieto, Lucía era decididamente audaz, y mientras Alex parecía que tendría un carácter muy parecido al de Derek, Lucía aunque podía ser muy dulce y aun no hablaba bien, en ocasiones contestaba con una acidez que a Sophie por algún motivo le recordaba a Dylan.


A la hora del desayuno los Arlingthon recibieron una extraña petición, porque en los poco más de tres años que llevaba Istziar en Darnley, nunca había sucedido.

-         Lord Arlingthon  --  dijo la chica y Kendall la miró  --  Quisiera pedirle autorización para ausentarme durante unas horas

-         ¿Ausentarse?  --  preguntó él confundido, pero Sophie le colocó una mano sobre el brazo

Sin embargo, había un tercer individuo que tenía la peor de las caras aunque nadie parecía haberlo notado, y fue justamente el que habló.

-         ¿Y a dónde demonios se supone que va?  --  preguntó Derek, aunque aquello más parecía una indignada acusación que una pregunta que por lo demás no tenía ningún derecho a hacer

-         ¡Derek!  --  exclamó Kendall olvidando la sorpresa que le había producido la inesperada petición de Istziar, y de inmediato miró a la chica  --  Por supuesto tiene usted mi autorización, ordenaré que preparen un coche que la lleve a donde requiera.

-         Se lo agradezco mucho Lord Arlingthon, estaré de vuelta al atardecer y…


Pero la frase quedó a la mitad porque Derek se levantó de la silla con tanta violencia que esta cayó, y sin disculparse ni decir absolutamente nada, abandonó el comedor ante las miradas de sus padres que estaban divididas entre el asombro y la incredulidad.

Derek no solo había abandonado el comedor, sino la casa y la propiedad, porque en cuanto llegó a las caballerizas le arrebató las riendas al asustado mozo y montó saliendo a escape sin ningún rumbo fijo.

Después que había estado corriendo como un loco sin prestar atención a dónde se dirigía, aminoró el paso lo que sin duda agradeció el pobre animal sobre el que iba, e intentó poner algo de orden en sus caóticos pensamientos.

-         Eres el mayor de los imbéciles Derek Phillipe  --  se dijo a sí mismo con ira  --  ¿A qué criatura conoces que no tenga algún asunto por ahí? ¿Por qué razón esta habría de ser distinta?  --  siguió sermoneándose  --  ¡Y ciertamente puede ir a donde se le pegue la maldita gana!

James que había estado corriendo tras él, no podía estar más sorprendido y se preguntaba de quién estaría hablando Derek, porque hasta donde había podido comprobar, si había algo que a aquel sujeto lo traía sin cuidado eran las posibles actividades de su larga lista de mujeres, pero lo que había ocasionado la extrañeza de James era que sin duda hablaba de una en particular, y se preguntaba quién podría ser. Al ver que se dirigían a Ipswich, James alertó a los Lovets que estaban en la zona y a Istval, porque según lo que estaba viendo, lo más seguro era que alguien pagase el mal humor  Derek y podía meterse o meter a algún pobre infeliz en muchos líos.

Sin embargo, antes de entrar al pueblo con quien Derek se tropezó fue con Tommy, y James notó por su expresión que no quería hablar con nadie.

-         Hombre, ¿quieres pescar una neumonía?  --  preguntó Tommy

-         ¿Por qué habría de querer semejante estupidez?

-         Pues si sales a medio vestir con este clima, es lo menos que te puede ocurrir

La observación era válida sin duda, porque Derek era el sujeto más informal del planeta, y ni las diatribas de su padre o las suaves recomendaciones de su madre, habían logrado que mientras estaba en su casa fuese con algo más que con el pantalón y una simple camisa, y aunque normalmente cuando salía a montar por lo menos se colocaba el chaleco, ese día había salido con tanta precipitación que ni chaleco ni chaqueta, de modo que en opinión de Tommy, debía estar congelándose.  Derek se detuvo frente a la posada y desmontó.

-         No me digas que vas allí  --  dijo Tommy

-         Entonces no me lo preguntes

-         Derek mira la hora

-         Ya te pareces a mi hermano, y la verdad ya tuve suficiente con él

Tommy no dijo nada más, ya que como para cualquiera que conociese a Derek y hasta para quien no, habría sido obvio que estaba del peor humor, consideró que era más saludable dejarlo en paz, pero lamentó no poder quedarse con  él porque debía ir en busca del doctor Kolvayevsky debido a que su madre llevaba dos días enferma.

Derek ni siquiera había mirado atrás para enterarse de que Tommy no iba tras él como de costumbre, de manera que cuando entró e ignorando el respetuoso saludo del encargado, se fue derecho a la barra. No obstante, unos pasos antes de llegar se detuvo y se volvió, porque por muy furioso que estuviese no pudo dejar de percibir la extraña presencia. Miró todo el local que a aquella hora no estaba muy concurrido, había una pareja que seguramente había pasado la noche en la posada y en ese momento desayunaba en una de las mesas; dos hombres se habían quedado dormidos en las sillas donde posiblemente habían pasado la noche; en otro rincón había tres sujetos de aspecto impreciso que bien podían ser comerciantes de paso o cualquier otra cosa, y en una equina de la barra había un borracho con medio cuerpo sobre esta y pidiendo a gritos ser atendido. De modo que se volvió murmurando para sí mismo.

-         ¡Ya estoy harto de esto!  --  dijo mientras caminaba hacia la barra  --  Si hay alguien detrás de mí, déjese ver y salgamos de esto

James y los dos Lovets que habían entrado tras él maldijeron por lo bajo, pero ciertamente no tenían autorización para mostrarse en el caso de los Lovets, y en el de James no tenía una buena excusa para ello porque se suponía que estaba en sus propiedades del campo, así que se aplicaron con todas sus fuerzas, inútiles de paso, para intentar bloquear su energía.


Istziar después de pasar por la habitación de los niños y asegurarse que estaba todo en orden, se marchó. Con muy poco esfuerzo y después de que habían avanzado el tiempo casi justo para llegar a Ipswich, hizo que el cochero se detuviese y lo envió de vuelta con la orden de que en caso de que Lord Arlingthon preguntase, algo que dudaba mucho, le dijese que la había dejado en Ipswich y que ella regresaría por sus propios medios. Después de eso partió a toda prisa hacia su casa. Jovanka se sorprendió mucho al verla llegar, pero le bastaron unos brevísimos segundos para saber por qué estaba allí.

-         ¡Kaisyn!  --  exclamó  --  ¡Ese hombre es un humano y lo que es peor, está casado!  --  agregó con horror

-         No madre, no puedo negar lo primero pero no se trata de ese Lord Arlingthon

Aquello no tranquilizó mucho más a Jovanka, porque tan malo era uno como cualquier otro si era un ser humano normal. No obstante, intentó serenarse y tomando a su hija de la mano, la guió hasta el salón y se sentaron.

-         Istziar…

-         Ya lo sé mamá, y no supondrás que yo quería esto ¿verdad?

-         Istziar mírame  -- le ordenó Jovanka

-         No mamá, no ha sucedido nada, posiblemente no tenga el entrenamiento de papá o mis hermanos, pero tengo suficientes años para no hacer tonterías. Quien me preocupa es él.

-         ¿Qué?

-         Está enamorado de mí

-         Dobrìly, los jóvenes como ese y a esa edad, solo se dedican a…

-         Sé de lo que estoy hablando madre, y no, no ha intentado nada y por el contrario se muestra frío, distante y hasta desagradable conmigo

-         ¿Y por qué iba a hacer eso?

-         No estoy muy segura porque una cosa es poder percibir los estados de ánimo o las emociones y otra muy distinta intentar nada con los pensamientos de un Saint-Claire, pero sabiendo lo que sé de él, supongo que piensa que sería una especie de traición a Aleksèi que fue quien me recomendó para el trabajo.

-         Bueno si es así eso habla bien de él, pero tenemos que resolver esto. Hablaré con Milorad y con Istvan porque tenemos que sacarte de allí.

-         ¡No mamá!  --  exclamó ella  --  No puedo dejar a los aykeris, aparte de que fue una orden de Iziaslav, ellos me necesitan

-         Yo me haré cargo

-         No es buena idea mamá, créeme  --  insistió Istziar  --  estos rybiks son muy especiales

-         Entiendo hija, y todos queremos lo mejor para nuestros sizvitels, ¿pero acaso me consideras poco apta para cuidar de unos aykeris precisamente?

-         No se trata de eso madre, pero cuando digo que son especiales, no me estoy refiriendo a su rango, sino a que de veras lo son como personas

-         No te entiendo

Durante los próximos minutos Istziar le hizo un detallado relato de cómo habían estado las cosas con los niños, lo que sorprendió mucho a Jovanka y aunque estaba segura que Milorad estaba perfectamente al tanto de todo ello, no le extraño que no le hubiese dicho nada porque tratándose de los sizvitels, con toda seguridad debía ser considerado como asunto de estado, pero independientemente de eso y aunque como había dicho a todos les interesaba que los aykeris estuviesen bien, ella era madre antes que otra cosa y le preocupaba su propia hija.

-         Entiendo todo eso Istziar, pero es un riesgo para ti que sigas allí porque si Lord Arlingthon llegase a…

-         No lo hará madre, él es un caballero

-         Dobrìly, si como sostienes está enamorado, no hay nada que pueda contra eso así sea un príncipe coronado, y si bien hasta ahora tú has logrado mantenerte, sabes perfectamente que una vez que te toque no habrá marcha atrás. ¿Ya has olvidado la historia de tus propios padres?

Y ciertamente Istziar no lo había olvidado, era algo que ella y sus hermanos conocían de memoria y que en el caso de los aykeris casi les había costado la vida según lo que sabía, porque a Jovanka la habían prometido mucho antes de que tuviese edad para ello con Gregori Massarik, pero cuando Milorad y ella se habían conocido, el mundo se les volvió del revés como solía decía decir su padre. Jovanka pertenecía a una tribu nómada denominada Cyhany que había migrado desde las orillas del Eúfrates hacia las frías tierras nororientales de Asia, y que darían origen posterior a los gitanos.
Massarik que era uno de los capitanes de Iziaslav y según él, pariente lejano de éste por línea materna, había sido enviado ha hablar con el padre de Jovanka que era el jefe de la tribu con el fin de establecer los términos en los cuales permanecerían en las tierras de Iziaslav. No obstante, el joven capitán había visto a la niña y una de las condiciones que puso para la permanencia de la tribu de forma pacífica, fue que en cuanto la hija del jefe tuviese la edad adecuada, él la tomaría como esposa. Siendo esta una práctica común, el padre de Jovanka había aceptado, pero cuando estaba cercano a cumplirse el plazo y de regreso de una de sus campañas, Iziaslav se detuvo junto con sus hombres en la pequeña aldea. Esa noche Milorad y Jovanka se conocieron y aunque él estaba en vías de convertirse en Levjaner, perdió la cabeza por la joven cyhany. A pesar de que para entonces no eran Devrigs, el amor es una fuerza poderosa que nada tiene que ver con la condición o naturaleza de los individuos. De modo que Milorad acudió a Iziaslav y como él tenía mucha más influencia que Massarik por varias razones, entre ellas que con él sí estaba seguro Iziaslav que existía un vínculo de sangre porque Milorad era hijo de la hermana de su  padre, le fue concedido lo que pedía, y como Iziaslav había sido un autócrata desde mucho antes de convertirse en Devrig, no  consideró necesario darle explicaciones a Massarik. Obviamente esto desató la ira del susodicho pero nada pudo hacer.

Milorad y Jovanka se casaron y al poco tiempo de nacer los aykeris, y aunque en teoría no se había podido demostrar, Massarik intentó asesinarlos. Los sustrajo de la tienda de los Korsacov y los lanzó al río, con la mala suerte para él y buena para los niños, de que había sido visto por uno de los miembros de la tribu, solo que éste se preocupó más por lo que identificó sin ninguna duda como dos niños, que por ver quién los había lanzado. Comenzó a dar voces y se lanzó al agua aunque con muy pocas esperanzas de alcanzarlos porque la corriente era muy fuerte. No obstante, otros dos individuos se lanzaron más adelante aunque tampoco tenían muchas posibilidades y de no haber sido porque los niños habían quedado engarzados en una rama que estaba atravesada, tal vez no habrían podido salvarlos.

Quienes sacaron a los aykeris del río aquella terrible noche, habían sido Darko y Kireg, y quien había dado la voz de alarma había sido Iliar quien casi pierde la vida también, porque a pesar de su buena intención estaba muy pequeño aún, y si no se ahogó fue porque Janos lo sacó a él.  

Jovanka entró en crisis y acusó a Massarik de aquello, y aunque Iziaslav convocó un Vordzar, que era el consejo que juzgaba los asuntos criminales en la tribu y que luego pasó a ser un tribunal en toda la regla que ahora era conocido como Lymvordzar, éste no halló pruebas concluyentes que demostrasen la culpabilidad de Massarik, pero tanto Milorad como Jovanka y muchos otros siguieron convencidos de que había sido él, como en efecto había sido.

Istziar y Jovanka salieron de sus pensamientos, y aunque la madre hizo todo cuanto pudo por convencer a su terca hija de que lo mejor era alejarse, Istziar siguió negándose a ello, y cuando fue la hora de marcharse, Jovanka aun estaba intentando convencerla.

-         Madre, tengo cientos de años más que él, así que podré con esto

-         De acuerdo, pero si te sientes en problemas por cualquier motivo, acude a Aleksèi ¿bueno?

-         No te angusties mamá, Istval también está cerca, no sé por qué razón pero me dijo que se quedaría un tiempo en Inglaterra.

Jovanka se sintió un poco más tranquila al saber esto, y una vez que Istziar se había marchado, consideró la posibilidad de ponerse en contacto con su hijo, pero sabía que a menos que le dijese que era de vida o muerte, aquel descerebrado no abandonaría lo que estaba haciendo por ir un momento a su casa.

-         ¡Vaya!  -- escuchó la voz de Milorad a su espalda  --  Cualquiera se convencería de que por algún motivo odias al descerebrado  --  dijo con un asomo de burla en sus azules ojos

Como Jovanka había estado distraída pensando en su hijo, no había notado la presencia de su marido, pero enseguida protegió lo mejor posible sus pensamientos.

-         Mala política nym dhazshliv [1]  --  le dijo acercándose a ella  --  ¿Desde cuándo dejaste de confiar en mí?  --  le preguntó colocando un dedo bajo su mentón y levantándole el rostro hasta hacer que lo mirase

Unos segundos después, Milorad estaba preguntándose cómo había sucedido aquello.

-         Tenemos que sacarla de allí Milorad

-         Jovanka debemos…

-         No me vengas a decir que tenemos que respetar los designios de Maikata Priroda, porque si fuese por eso nuestros hijos estarían muertos

-         Jovanka…

-         ¡No quiero ver sufrir a mi hija!  --  siguió ella sin dejarlo hablar  --  Y si tú no haces nada, entonces yo misma hablaré con Iziaslav

Milorad se llevó una mano a la sien pensando que su mujer le haría la vida miserable durante los próximos días, y como sabía que ella no tenía ninguna posibilidad de hablar con Iziaslav así nada más, él pagaría la vajilla rota, porque para ella sus hijos estaban por encima de cualquier razonamiento, consideración o ley, especialmente el descerebrado, pero habría reaccionado igual con cualquiera de los tres. De modo que se preparó mentalmente para ser insultado, acusado de mal padre e incluso para ser corrido de su propia casa por tiempo indefinido si no encontraba un modo de resolver aquello. Así que con suspiro de resignación y de la forma más prudente, desapareció antes de que ella decidiese desahogar su ira en forma más violenta. Pero a pesar de su mal carácter, él amaba a la condenada criatura igual que el primer día.



[1] Nym dhazshliv: Mi amor

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