Sophie había despertado muy temprano con una extraña sensación de ansiedad,
se levantó, se colocó un salto de cama y se acercó a la ventana. Aún estaba
oscuro y el paisaje exterior apenas si podía divisarse por la espesa niebla.
Estaban a finales de otoño y ya estaba helando, de modo que aquel invierno sin
duda iba a ser muy frío.
Se preguntó como hacía cada día al amanecer, cómo y dónde estaría Brian,
hacía meses que no escribía y aunque se había alegrado cuando Kendall y Derek
le dijeron que lo habían visto, no pudo evitar sentir cierta tristeza y
esperaba que realmente volviese en la primavera como había dicho. Luego sus
pensamientos se trasladaron a Chris. Kendall estaba mortificado porque aun no
tenía descendencia, y a pesar de que no lo veían mucho, su hijo no dejaba de
escribir constantemente y según lo que decía en sus cartas, parecía feliz.
Sus pensamientos se trasladaron a Derek y una sonrisa se dibujó en sus
labios, de sus hijos y a pesar de que ahora tenía la hija que tanto había
deseado, Derek seguía siendo su debilidad. Lógicamente estaba consciente que ya
no era un niño y por el contrario se estaba convirtiendo en un hombre tan
encantador como lo había sido de niño. Sin embargo, Sophie tenía la impresión
de que por algún motivo no era feliz y eso la preocupaba. Se había preguntando
incesantemente a qué obedecía aquello, pero no encontraba una respuesta. Bien
mirado Derek lo tenía todo para ser feliz, había nacido en el seno de una
familia que lo amaba con locura, era groseramente apuesto, carismático y poseía
un decidido amor por su libertad que ellos habían aprendido a respetar sobre
todo en el caso de Kendall. Nunca había sido del tipo que se preocupase mucho
por nada, era de los que pensaba que todo tenía solución y era sumamente
optimista, de modo que aquella melancolía que se esforzaba en ocultarle a ella,
la tenía sumamente preocupada.
Y finalmente pensó en los gemelos. Alex crecía en forma acelerada, para
esta navidad ya necesitaba ropas nuevas y había sido un enorme error encargarlas
en verano porque era obvio que no iban a servirle. Era despierto y en extremo
curioso, Sophie aun se preguntaba cómo hacía Istziar para no perderlo de vista,
porque últimamente las veces que ella estaba con los niños, Alex siempre se le
escapaba y le costaba mucho encontrarlo. En el caso de Lucía, aunque crecía
casi al mismo ritmo que su gemelo y exhibía la misma curiosidad y vivacidad,
Alex siempre parecía ir un paso por delante de ella. Pero había un par de cosas
en las que se diferenciaban, porque
mientras Alex era inquieto, Lucía era decididamente audaz, y mientras Alex
parecía que tendría un carácter muy parecido al de Derek, Lucía aunque podía
ser muy dulce y aun no hablaba bien, en ocasiones contestaba con una acidez que
a Sophie por algún motivo le recordaba a Dylan.
A la hora del desayuno los Arlingthon recibieron una extraña petición,
porque en los poco más de tres años que llevaba Istziar en Darnley, nunca había
sucedido.
-
Lord Arlingthon --
dijo la chica y Kendall la miró
-- Quisiera pedirle autorización
para ausentarme durante unas horas
-
¿Ausentarse? --
preguntó él confundido, pero Sophie le colocó una mano sobre el brazo
Sin embargo, había un tercer individuo que tenía la peor de las caras
aunque nadie parecía haberlo notado, y fue justamente el que habló.
-
¿Y a dónde demonios se supone que
va? --
preguntó Derek, aunque aquello más parecía una indignada acusación que
una pregunta que por lo demás no tenía ningún derecho a hacer
-
¡Derek! --
exclamó Kendall olvidando la sorpresa que le había producido la
inesperada petición de Istziar, y de inmediato miró a la chica -- Por
supuesto tiene usted mi autorización, ordenaré que preparen un coche que la
lleve a donde requiera.
-
Se lo agradezco mucho Lord
Arlingthon, estaré de vuelta al atardecer y…
Pero la frase quedó a la mitad porque Derek se levantó de la silla con
tanta violencia que esta cayó, y sin disculparse ni decir absolutamente nada,
abandonó el comedor ante las miradas de sus padres que estaban divididas entre
el asombro y la incredulidad.
Derek no solo había abandonado el comedor, sino la casa y la propiedad,
porque en cuanto llegó a las caballerizas le arrebató las riendas al asustado
mozo y montó saliendo a escape sin ningún rumbo fijo.
Después que había estado corriendo como un loco sin prestar atención a
dónde se dirigía, aminoró el paso lo que sin duda agradeció el pobre animal
sobre el que iba, e intentó poner algo de orden en sus caóticos pensamientos.
-
Eres el mayor de los imbéciles Derek
Phillipe -- se dijo a sí mismo con ira -- ¿A
qué criatura conoces que no tenga algún asunto por ahí? ¿Por qué razón esta
habría de ser distinta? -- siguió sermoneándose -- ¡Y
ciertamente puede ir a donde se le pegue la maldita gana!
James que había estado corriendo tras él, no podía estar más sorprendido y
se preguntaba de quién estaría hablando Derek, porque hasta donde había podido
comprobar, si había algo que a aquel sujeto lo traía sin cuidado eran las
posibles actividades de su larga
lista de mujeres, pero lo que había ocasionado la extrañeza de James era que sin
duda hablaba de una en particular, y se preguntaba quién podría ser. Al ver que
se dirigían a Ipswich, James alertó a los Lovets que estaban en la zona y a
Istval, porque según lo que estaba viendo, lo más seguro era que alguien pagase
el mal humor Derek y podía meterse o
meter a algún pobre infeliz en muchos líos.
Sin embargo, antes de entrar al pueblo con quien Derek se tropezó fue con
Tommy, y James notó por su expresión que no quería hablar con nadie.
-
Hombre, ¿quieres pescar una
neumonía? -- preguntó Tommy
-
¿Por qué habría de querer semejante
estupidez?
-
Pues si sales a medio vestir con este
clima, es lo menos que te puede ocurrir
La observación era válida sin duda, porque Derek era el sujeto más informal
del planeta, y ni las diatribas de su padre o las suaves recomendaciones de su
madre, habían logrado que mientras estaba en su casa fuese con algo más que con
el pantalón y una simple camisa, y aunque normalmente cuando salía a montar por
lo menos se colocaba el chaleco, ese día había salido con tanta precipitación
que ni chaleco ni chaqueta, de modo que en opinión de Tommy, debía estar
congelándose. Derek se detuvo frente a
la posada y desmontó.
-
No me digas que vas allí
-- dijo Tommy
-
Entonces no me lo preguntes
-
Derek mira la hora
-
Ya te pareces a mi hermano, y la
verdad ya tuve suficiente con él
Tommy no dijo nada más, ya que como para cualquiera que conociese a Derek y
hasta para quien no, habría sido obvio que estaba del peor humor, consideró que
era más saludable dejarlo en paz, pero lamentó no poder quedarse con él porque debía ir en busca del doctor
Kolvayevsky debido a que su madre llevaba dos días enferma.
Derek ni siquiera había mirado atrás para enterarse de que Tommy no iba
tras él como de costumbre, de manera que cuando entró e ignorando el respetuoso
saludo del encargado, se fue derecho a la barra. No obstante, unos pasos antes
de llegar se detuvo y se volvió, porque por muy furioso que estuviese no pudo
dejar de percibir la extraña presencia. Miró todo el local que a aquella hora
no estaba muy concurrido, había una pareja que seguramente había pasado la
noche en la posada y en ese momento desayunaba en una de las mesas; dos hombres
se habían quedado dormidos en las sillas donde posiblemente habían pasado la
noche; en otro rincón había tres sujetos de aspecto impreciso que bien podían
ser comerciantes de paso o cualquier otra cosa, y en una equina de la barra
había un borracho con medio cuerpo sobre esta y pidiendo a gritos ser atendido.
De modo que se volvió murmurando para sí mismo.
-
¡Ya estoy harto de esto! --
dijo mientras caminaba hacia la barra
-- Si hay alguien detrás de mí, déjese
ver y salgamos de esto
James y los dos Lovets que habían entrado tras él maldijeron por lo bajo,
pero ciertamente no tenían autorización para mostrarse en el caso de los
Lovets, y en el de James no tenía una buena excusa para ello porque se suponía
que estaba en sus propiedades del campo, así que se aplicaron con todas sus
fuerzas, inútiles de paso, para intentar bloquear su energía.
Istziar después de pasar por la habitación de los niños y asegurarse que
estaba todo en orden, se marchó. Con muy poco esfuerzo y después de que habían
avanzado el tiempo casi justo para llegar a Ipswich, hizo que el cochero se detuviese
y lo envió de vuelta con la orden de que en caso de que Lord Arlingthon
preguntase, algo que dudaba mucho, le dijese que la había dejado en Ipswich y
que ella regresaría por sus propios medios. Después de eso partió a toda prisa
hacia su casa. Jovanka se sorprendió mucho al verla llegar, pero le bastaron
unos brevísimos segundos para saber por qué estaba allí.
-
¡Kaisyn!
-- exclamó --
¡Ese hombre es un humano y lo que es peor, está casado! --
agregó con horror
-
No madre, no puedo negar lo primero
pero no se trata de ese Lord
Arlingthon
Aquello no tranquilizó mucho más a Jovanka, porque tan malo era uno como
cualquier otro si era un ser humano normal.
No obstante, intentó serenarse y tomando a su hija de la mano, la guió hasta el
salón y se sentaron.
-
Istziar…
-
Ya lo sé mamá, y no supondrás que yo
quería esto ¿verdad?
-
Istziar mírame -- le ordenó Jovanka
-
No mamá, no ha sucedido nada,
posiblemente no tenga el entrenamiento de papá o mis hermanos, pero tengo
suficientes años para no hacer tonterías. Quien me preocupa es él.
-
¿Qué?
-
Está enamorado de mí
-
Dobrìly, los jóvenes como ese y a esa
edad, solo se dedican a…
-
Sé de lo que estoy hablando madre, y
no, no ha intentado nada y por el contrario se muestra frío, distante y hasta
desagradable conmigo
-
¿Y por qué iba a hacer eso?
-
No estoy muy segura porque una cosa
es poder percibir los estados de ánimo o las emociones y otra muy distinta
intentar nada con los pensamientos de un Saint-Claire, pero sabiendo lo que sé
de él, supongo que piensa que sería una especie de traición a Aleksèi que fue
quien me recomendó para el trabajo.
-
Bueno si es así eso habla bien de él,
pero tenemos que resolver esto. Hablaré con Milorad y con Istvan porque tenemos
que sacarte de allí.
-
¡No mamá! --
exclamó ella -- No puedo dejar a los aykeris, aparte de que
fue una orden de Iziaslav, ellos me necesitan
-
Yo me haré cargo
-
No es buena idea mamá, créeme --
insistió Istziar -- estos rybiks son muy especiales
-
Entiendo hija, y todos queremos lo
mejor para nuestros sizvitels, ¿pero acaso me consideras poco apta para cuidar
de unos aykeris precisamente?
-
No se trata de eso madre, pero cuando
digo que son especiales, no me estoy refiriendo a su rango, sino a que de veras
lo son como personas
-
No te entiendo
Durante los próximos minutos Istziar le hizo un detallado relato de cómo
habían estado las cosas con los niños, lo que sorprendió mucho a Jovanka y aunque
estaba segura que Milorad estaba perfectamente al tanto de todo ello, no le
extraño que no le hubiese dicho nada porque tratándose de los sizvitels, con
toda seguridad debía ser considerado como asunto de estado, pero
independientemente de eso y aunque como había dicho a todos les interesaba que
los aykeris estuviesen bien, ella era madre antes que otra cosa y le preocupaba
su propia hija.
-
Entiendo todo eso Istziar, pero es un
riesgo para ti que sigas allí porque si Lord Arlingthon llegase a…
-
No lo hará madre, él es un caballero
-
Dobrìly, si como sostienes está
enamorado, no hay nada que pueda contra eso así sea un príncipe coronado, y si
bien hasta ahora tú has logrado mantenerte, sabes perfectamente que una vez que
te toque no habrá marcha atrás. ¿Ya has olvidado la historia de tus propios
padres?
Y ciertamente Istziar no lo había olvidado, era algo que ella y sus
hermanos conocían de memoria y que en el caso de los aykeris casi les había
costado la vida según lo que sabía, porque a Jovanka la habían prometido mucho
antes de que tuviese edad para ello con Gregori Massarik, pero cuando Milorad y
ella se habían conocido, el mundo se les volvió del revés como solía decía
decir su padre. Jovanka pertenecía a una tribu nómada denominada Cyhany que había migrado desde las
orillas del Eúfrates hacia las frías tierras nororientales de Asia, y que
darían origen posterior a los gitanos.
Massarik que era uno de los capitanes de Iziaslav y según él, pariente
lejano de éste por línea materna, había sido enviado ha hablar con el padre de
Jovanka que era el jefe de la tribu con el fin de establecer los términos en
los cuales permanecerían en las tierras de Iziaslav. No obstante, el joven
capitán había visto a la niña y una de las condiciones que puso para la
permanencia de la tribu de forma pacífica, fue que en cuanto la hija del jefe
tuviese la edad adecuada, él la tomaría como esposa. Siendo esta una práctica
común, el padre de Jovanka había aceptado, pero cuando estaba cercano a
cumplirse el plazo y de regreso de una de sus campañas, Iziaslav se detuvo
junto con sus hombres en la pequeña aldea. Esa noche Milorad y Jovanka se
conocieron y aunque él estaba en vías de convertirse en Levjaner, perdió la
cabeza por la joven cyhany. A pesar de que para entonces no eran Devrigs, el
amor es una fuerza poderosa que nada tiene que ver con la condición o
naturaleza de los individuos. De modo que Milorad acudió a Iziaslav y como él
tenía mucha más influencia que Massarik por varias razones, entre ellas que con
él sí estaba seguro Iziaslav que existía un vínculo de sangre porque Milorad
era hijo de la hermana de su padre, le
fue concedido lo que pedía, y como Iziaslav había sido un autócrata desde mucho
antes de convertirse en Devrig, no
consideró necesario darle explicaciones a Massarik. Obviamente esto
desató la ira del susodicho pero nada pudo hacer.
Milorad y Jovanka se casaron y al poco tiempo de nacer los aykeris, y
aunque en teoría no se había podido demostrar, Massarik intentó asesinarlos.
Los sustrajo de la tienda de los Korsacov y los lanzó al río, con la mala
suerte para él y buena para los niños, de que había sido visto por uno de los
miembros de la tribu, solo que éste se preocupó más por lo que identificó sin
ninguna duda como dos niños, que por ver quién los había lanzado. Comenzó a dar
voces y se lanzó al agua aunque con muy pocas esperanzas de alcanzarlos porque
la corriente era muy fuerte. No obstante, otros dos individuos se lanzaron más
adelante aunque tampoco tenían muchas posibilidades y de no haber sido porque
los niños habían quedado engarzados en una rama que estaba atravesada, tal vez
no habrían podido salvarlos.
Quienes sacaron a los aykeris del río aquella terrible noche, habían sido
Darko y Kireg, y quien había dado la voz de alarma había sido Iliar quien casi
pierde la vida también, porque a pesar de su buena intención estaba muy pequeño
aún, y si no se ahogó fue porque Janos lo sacó a él.
Jovanka entró en crisis y acusó a Massarik de aquello, y aunque Iziaslav
convocó un Vordzar, que era el
consejo que juzgaba los asuntos criminales en la tribu y que luego pasó a ser
un tribunal en toda la regla que ahora era conocido como Lymvordzar, éste no halló pruebas concluyentes que demostrasen la
culpabilidad de Massarik, pero tanto Milorad como Jovanka y muchos otros
siguieron convencidos de que había sido él, como en efecto había sido.
Istziar y Jovanka salieron de sus pensamientos, y aunque la madre hizo todo
cuanto pudo por convencer a su terca hija de que lo mejor era alejarse, Istziar
siguió negándose a ello, y cuando fue la hora de marcharse, Jovanka aun estaba
intentando convencerla.
-
Madre, tengo cientos de años más que
él, así que podré con esto
-
De acuerdo, pero si te sientes en
problemas por cualquier motivo, acude a Aleksèi ¿bueno?
-
No te angusties mamá, Istval también
está cerca, no sé por qué razón pero me dijo que se quedaría un tiempo en
Inglaterra.
Jovanka se sintió un poco más tranquila al saber esto, y una vez que
Istziar se había marchado, consideró la posibilidad de ponerse en contacto con
su hijo, pero sabía que a menos que le dijese que era de vida o muerte, aquel descerebrado no abandonaría lo que
estaba haciendo por ir un momento a su casa.
-
¡Vaya! -- escuchó la voz de Milorad a su
espalda -- Cualquiera se convencería de que por algún
motivo odias al descerebrado --
dijo con un asomo de burla en sus azules ojos
Como Jovanka había estado distraída pensando en su hijo, no había notado la
presencia de su marido, pero enseguida protegió lo mejor posible sus
pensamientos.
-
Mala política nym dhazshliv [1] -- le
dijo acercándose a ella -- ¿Desde cuándo dejaste de confiar en mí? -- le
preguntó colocando un dedo bajo su mentón y levantándole el rostro hasta hacer
que lo mirase
Unos segundos después, Milorad estaba preguntándose cómo había sucedido
aquello.
-
Tenemos que sacarla de allí Milorad
-
Jovanka debemos…
-
No me vengas a decir que tenemos que
respetar los designios de Maikata Priroda, porque si fuese por eso nuestros
hijos estarían muertos
-
Jovanka…
-
¡No quiero ver sufrir a mi hija! --
siguió ella sin dejarlo hablar
-- Y si tú no haces nada, entonces
yo misma hablaré con Iziaslav
Milorad se llevó una mano a la sien pensando que su mujer le haría la vida
miserable durante los próximos días, y como sabía que ella no tenía ninguna
posibilidad de hablar con Iziaslav así nada más, él pagaría la vajilla rota,
porque para ella sus hijos estaban por encima de cualquier razonamiento,
consideración o ley, especialmente el descerebrado,
pero habría reaccionado igual con cualquiera de los tres. De modo que se
preparó mentalmente para ser insultado, acusado de mal padre e incluso para ser
corrido de su propia casa por tiempo indefinido si no encontraba un modo de
resolver aquello. Así que con suspiro de resignación y de la forma más
prudente, desapareció antes de que ella decidiese desahogar su ira en forma más
violenta. Pero a pesar de su mal carácter, él amaba a la condenada criatura
igual que el primer día.
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